Pérdida de memoria, cambios de comportamiento, déficits cognitivos: la enfermedad de Alzheimer conduce a una pérdida dramática de autonomía para los afectados y tiene un fuerte impacto en los costos de salud. Su prevención se ha convertido en un auténtico reto social. Un grupo de trabajo internacional, dirigido por la Universidad de Ginebra (UNIGE) y los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG), está estableciendo pautas para servicios innovadores para prevenir la enfermedad de Alzheimer. Estos pronto serán una parte integral de las clínicas de memoria de segunda generación. Estas pautas se detallan en un artículo publicado en The Lancet Regional Health—Europe .
Con 10 millones de personas afectadas en Europa, la enfermedad de Alzheimer es la enfermedad neurodegenerativa más común. Se caracteriza por una pérdida de memoria incapacitante progresiva y déficits cognitivos causados por una acumulación de proteínas tóxicas en el cerebro. Su impacto social y económico es considerable. A escala mundial, se estima que tiene un valor de alrededor de 1 500 000 millones de USD al año y en Suiza 11 800 millones de CHF al año.
Protocolo preventivo a gran escala
La mejora de los estilos de vida ( actividad física , atención a la nutrición, prevención cardiovascular) ha reducido el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer o formas relacionadas. Sin embargo, la prevalencia de la demencia sigue aumentando con el envejecimiento de la población. Hoy, un grupo de trabajo internacional liderado por la UNIGE y el HUG, y compuesto por científicos de veintiocho instituciones, está sentando las bases de un protocolo preventivo que podría implementarse a gran escala.
«Este protocolo se basó en la experiencia de todos los miembros del grupo de trabajo. Algunas de las intervenciones recomendadas están listas para ser aplicadas o ya se han aplicado. Otras aún están en desarrollo», explica Giovanni Frisoni, Catedrático de Neurociencia Clínica de la Facultad de Medicina UNIGE y Directora del Centro de Memoria HUG. El profesor Frisoni y los coautores del artículo han identificado cuatro pilares de este novedoso concepto en el campo de la demencia y el Alzheimer: evaluación del riesgo; comunicación de riesgos; reducción del riesgo y mejora cognitiva.
I. Evaluación de riesgos
Los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer o trastornos relacionados y su peso se han agrupado en una cuadrícula de evaluación. Estos incluyen factores asociados a genes, como APOE4, o aquellos vinculados al estilo de vida o condiciones, como hipertensión, diabetes, consumo de alcohol , aislamiento social, obesidad, pérdida de audición, depresión o traumatismo craneoencefálico.
II. Comunicación de riesgos
Este segundo pilar, crucial en la relación que se establece con el paciente, permite comunicar el índice de riesgo de la forma más precisa y comprensible. De hecho, comprender el riesgo de desarrollar una enfermedad es más complejo que comprender que una enfermedad realmente lo afecta. Una serie de recomendaciones basadas en la personalidad y los antecedentes del paciente permiten elegir las mejores herramientas para presentar la situación al paciente de manera comprensible.
III. La reducción de riesgos
Se proponen intervenciones farmacológicas y no farmacológicas para la reducción del riesgo. Estos van desde mejoras en el estilo de vida hasta el entrenamiento cognitivo y la administración de medicamentos antiamiloides, si están disponibles en el mercado. Las intervenciones sobre la microbiota intestinal también pueden considerarse en el futuro.
IV. Refuerzo cognitivo
Se pueden reforzar o estimular diferentes tipos de memoria (subjetiva, objetiva, meta) a través de ejercicios en papel o juegos de computadora. La estimulación eléctrica o magnética transcraneal también será una herramienta importante para activar las sinapsis en regiones clave del cerebro y así mejorar la memoria.
Estos cuatro pilares detallados en el artículo de The Lancet Regional Health—Europe permitirán que las clínicas de memoria de segunda generación lleguen al segmento de la población cuya memoria todavía funciona bien y que desea preservarla o mejorarla. Esta población no encuentra respuestas en las clínicas actuales.