Seguramente ya has oído hablar de la soledad no deseada. Este tipo de soledad es individual porque la vive cada uno a su manera; es subjetiva porque no presenta signos que se puedan apreciar desde fuera; la persona solitaria es la única que puede afirmar si se siente sola. A grandes rasgos, la soledad no deseada consiste en la percepción subjetiva de sentirse solo, con independencia de si realmente se está solo. También se relaciona con la falta de compañía y de una red de apoyo a la que pedir ayuda en caso necesario, así como la discrepancia cognitiva entre las interacciones sociales que una persona tiene y las que desearía tener.
De hecho, es común que se asocie la soledad a la vejez, ya que, de modo general, las personas mayores suelen estar más expuestas a situaciones que favorecen la disminución de sus redes de apoyo social y el aumento del aislamiento social. Pero es posible que todas las personas, en algún momento de su vida, se sientan solas, no necesariamente es algo innato al envejecimiento.
Pero lo que sí se nota es que con el paso de los años, son inevitables las pérdidas: de seres queridos, del trabajo, de la salud. La viudedad es una realidad frecuente en las etapas más avanzadas de la vida, afectando principalmente a las mujeres mayores. La jubilación, el deterioro de la salud y la institucionalización son otros eventos que contribuyen a un mayor aislamiento social y pueden favorecer la aparición o el aumento de los sentimientos de soledad. Por otra parte, los estudios han demostrado que este tipo de soledad se asocia negativamente con la salud. Ello se traduce, por ejemplo, en un mayor riesgo de sufrir depresión, una reducción de las capacidades funcionales para la vida diaria e, incluso, una mortalidad prematura. O sea es un pez que se muerde la cola.
La soledad vista actualmente es un problema que cada día afecta a más personas. Además, del impacto personal de cada uno, también conlleva un alto coste social y sanitario. Por tanto, debe convertirse en objeto de políticas públicas y acción social.
Distinguir entre los tipos de soledad puede ser esencial para entender el problema y buscar soluciones, porque no toda soledad es mala. En inglés existen tres palabras para el término soledad:
- Solitude: Soledad positiva o de crecimiento personal. Soledad escogida y gratificante.
- Aloneness o «Being Alone»: Experiencia consciente y controlada. Soledad Neutra. La persona escoge / decide estar sola.
- Loneliness: Experiencia personal negativa, no voluntaria y sin control en la cual las personas perciben carencias a respeto de las nuestras relaciones.
En castellano sólo tenemos la palabra «soledad, por este motivo, a menudo se utiliza en cualquiera de los sentidos, ya sea positivo, negativo o neutro, generando confusión. Tal como se indica en el gráfico, es necesario incluir el añadido «deseada» / «querida» y «no deseada» / «no querida» para distinguir entre aquella soledad positiva o neutra, y aquella que implica una experiencia personal negativa, por lo que necesariamente debe ser objeto de intervención.
Como ya comentamos antes es una experiencia personal tanto que para los diferentes autores que tratan sobre el tema es algo difícil de medir. Pero existen algunas coincidencias sobre lo que puede ser hecho para disminuir el sentimiento de Soledad negativa.
De acuerdo con el dossier: «la soledad no deseada durante la vejez» elaborado por Elisa Salas para el Laboratorio de la soledad, algunos autores diferencian cuatro formas de acciones hacia la soledad no deseada de las personas mayores :
■ Programas que aumentan las habilidades sociales (por ejemplo asertividad, habilidades comunicativas etc.).
■ Programas que modifican patrones cognitivos sociales poco adaptativos (trabajo a través de la reestructuración cognitiva).
■ Programas que dan apoyo social (por ejemplo acompañamiento emocional individual).
■ Programas que aumentan las oportunidades de interacción social (por ejemplo programas de acción comunitaria, actividades de socialización, etc.).
Esta clasificación se aplicó en una revisión sistemática en la que se realizaron intervenciones con personas de diferentes edades, y una de las conclusiones que se extrajo es que los cuatro tipos de intervenciones son efectivas, destacando los programas de reestructuración cognitiva por encima de los demás. Aún así faltan más datos para que sea considerado la mejor herramienta para lidiar con la soledad del adulto mayor.
Pero también de acuerdo con otro estudio, la reserva cognitiva es un aliado realmente fuerte contra no solamente la soledad no deseada, pero también contra muchas enfermedades. Un análisis, publicado el año pasado en Ageing Research Reviews, reveló que la soledad no deseada se podía asociar con un mayor riesgo de desarrollar demencia. Según la investigación el efecto se podía equiparar a la influencia en el deterioro cognitivo de otros factores de riesgo conocidos, como son la inactividad física, la mala alimentación o la diabetes.
Además, es posible que las personas que se sienten solas tengan menos probabilidades de experimentar la estimulación cognitiva y sensorial derivada del intercambio social, lo que conduce a una menor reserva cognitiva.
Seguiremos hablando sobre este tema tan complejo y actual pero de cierto modo, citando a Javier Yanguas, Director Científico del Programa de Personas Mayores de la “Fundación la Caixa” podemos concluir que, para luchar contra la Soledad No deseada, debes tener en cuenta tres cuestiones principales:
– Sensibilizar a la ciudadanía sobre la temática para que existan más programas que puedan aclarar los mitos. Muchas veces la soledad se esconde, se vive en silencio, se disfraza y se estigmatiza. Tenemos que empezar a no emitir juicios sobre los que se han quedado solos, no juzgar el porqué de la soledad sin conocer las causas, debemos asumir que la soledad es algo que nos puede acompañar a todos, sino nos acompaña de facto.
– Construir redes comunitarias de apoyo y cuidado. Sabemos que ya existen muchas como hablamos aquí: 4 voluntariados para acabar con la soledad de las personas mayores
– Activar la comunidad es establecer lazos de cuidado y ayuda entre las personas, compartir proyectos, colaborar en un fin común.
Pero sin duda debemos empezar a empoderar personas para hacer frente a la soledad. Porque de esta manera no acabaremos con la soledad pero cada uno tendrá más herramientas para autoayudarse. Es importante volver a tener un buen funcionamiento social, que es donde están las herramientas de afrontamiento contra lo que no queremos.
Fuente: Observatorio de la Soledad
Como disminuir la soledad de los mayores que viven solos en 7 pasos