Investigadores de la Universidad de Tasmania han publicado un estudio en la revista Neurology, en el que se acercan a comprender por qué las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar enfermedad de Alzheimer. El equipo, liderado por la profesora Jane Alty y Aidan Bindoff del Wicking Dementia Research and Education Center de la Universidad, investigó si la reserva cognitiva (educación y coeficiente intelectual) frenaba el declive cognitivo relacionado con la edad de manera igual en hombres y mujeres.
Según explica la profesora Alty, «sabemos que las mujeres tienen una mayor incidencia ajustada por edad de la enfermedad de Alzheimer que los hombres, pero las razones siguen siendo poco claras. No se debe simplemente a que las mujeres vivan más que los hombres». Una de las hipótesis propuestas es que las mujeres históricamente tenían menos acceso a la educación y, por lo tanto, acumulaban menos reserva cognitiva.
La reserva cognitiva se refiere a la capacidad para amortiguar los efectos de los cambios físicos en el cerebro, para que no tengan un efecto directo en la función cerebral. Las personas que han desarrollado una mayor reserva cognitiva a lo largo de su vida (a través de una mayor educación y otras actividades cognitivamente estimulantes, como el empleo y los hobbies), generalmente no muestran un declive tan marcado en sus funciones de memoria y pensamiento.
Los investigadores midieron la reserva cognitiva utilizando el número total de años de educación y midiendo el coeficiente intelectual, accediendo a datos a través del proyecto Tasmanian Healthy Brain Project (THBP) del Centro Wicking. Los resultados del estudio mostraron que la reserva cognitiva, medida a través del coeficiente intelectual, moderaba la pendiente del declive cognitivo relacionado con la edad en los hombres, pero no en las mujeres.
«Los hombres con una estimación más alta de coeficiente intelectual tenían un declive cognitivo relacionado con la edad menos rápido (menos pronunciado) que sus compañeros masculinos con coeficientes intelectuales más bajos, esto es lo que esperábamos», explica la profesora Alty. «Sin embargo, no vimos estos mismos efectos protectores en las mujeres, por lo que aquellas con una mayor reserva cognitiva declinaron en sus pruebas de memoria y pensamiento a medida que envejecían al mismo ritmo que las mujeres con una reserva cognitiva más baja».
En resumen, los hallazgos del estudio no respaldan la hipótesis de que las disparidades históricas de género en el acceso a la educación contribuyen a la mayor incidencia de la enfermedad de Alzheimer en mujeres. Sin embargo, sugieren que hay efectos específicos de género de la reserva cognitiva, con los hombres beneficiándose más. Esto destaca la necesidad de investigar a hombres y mujeres por separado para proteger mejor a las personas contra la enfermedad de Alzheimer y el declive cognitivo relacionado con la edad.
Enlace: n.neurology.org.
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