Seguramente ya has oído hablar sobre el término «fatiga pandémica«. El concepto instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue creado haciendo referencia a la reacción ante las prolongadas medidas y restricciones generadas por la pandemia del Covid-19. Es una reacción de cierto modo natural que se genera después de un tiempo prolongado de limitaciones de traslado, temor a perder el trabajo, el miedo a enfermar y en caso de las personas mayores, privaciones al mantenerse tanto tiempo aisladas de sus seres queridos.
Aunque en España y otras partes de mundo empecemos a ver la luz al final de túnel, con el proceso de vacunación avanzando, aún hay muchos países pasando por restricciones y lo que es peor con hospitales a rebosar de enfermos y índices de contagios alarmantes.
Para los que aún siguen con esta crisis tan aguda, es importante estar atentos a los siguientes síntomas:
- Agobio con la rutina que ha implicado la pandemia.
- Cansancio.
- Ansiedad
- Desesperanza
- Soledad entre otras cosas.
Aunque afecte más a los adultos jóvenes, las personas mayores también sufren muchos de los síntomas de la fatiga pandémica de una manera un poco diferente. Los más jóvenes debido al agotamiento se cuidan menos, hay más descaso con las medidas restrictivas como el uso de las mascarillas, las cuarentenas y el lavado de las manos y se exponen más a la posibilidad de contagio.
Las personas mayores suelen estar más pesimistas, con más miedos y desesperanzados con la situación, como si no fuera a acabar nunca. Esto hace que se descuiden de la salud como un todo.
¿Qué recomiendan los especialistas?:
- Incluir en la rutina estrategias para disminuir el estrés. La higiene del sueño es fundamental, además de mantener de incluir hábitos de actividad física, respiración, meditación u oraciones en función de las creencias de cada uno.
- Mantener el contacto con otras personas aunque sea de forma virtual o por teléfono, hay que evitar aislarse.
- Reconocer nuestros sentimientos es tan importante como encontrar nuestro punto de equilibrio. Cada persona consigue desconectarse de una manera diferente, algunos con libros, otros caminando, otros haciendo actividades manuales.
- Entrenar el pensamiento positivo. Mentalizarse que esta situación no durará para siempre.
Así que ¡pongamos en práctica el vivir cada día a la vez, agradecer por nuestros logros y alegrías para que nuestra mente esté más abierta y preparada para la vida y las adversidades!
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