Conocer el funcionamiento de nuestro cuerpo y cerebro el algo primordial para comprender el fenómeno del envejecimiento y las enfermedades que suelen afectar más a unos que a otros. En este aspecto ya hemos avanzado mucho; sabemos que nuestros hábitos a lo largo de la vida pueden influenciar bastante en nuestra salud.
Ya está comprobado científicamente los beneficios reales de adoptar las cinco medidas para un estilo de vida saludable: hacer ejercicio regular, no fumar, mantener una dieta saludable, consumir de alcohol de forma leve a moderada y practicar actividades que sean estimulantes mentalmente.
También sabemos que los trastornos del estrés están relacionados con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Pues nada más justo que inspirarnos en los «Tsimané», como es conocida la tribu aislada del Amazonas boliviano que por llevar una vida relativamente tranquila y seguir un estilo de vida diferenciado han sido estudiados y se ha comprobado que tanto el cerebro como el corazón de estos no envejecen como los nuestros.
No sé si ya has oído hablar que lo que es bueno para el corazón, es bueno para el cerebro. Los tsimané tienen los menores niveles de enfermedad coronaria jamás registrados. Las mujeres japonesas también son conocidas por tener corazones muy sanos, pero la tribu boliviana logró desplazarlas a una segunda posición. De acuerdo a los resultados publicados en la revista The Lancet, «el corazón de un tsimané de 80 años tiene la ‘edad vascular’ al menos una década menor de lo normal y hasta 30 años más joven que algunos hombres occidentales«.
Además del primero estudio hecho en 2017, una nueva investigación publicada en The Journal of Gerontology, Series A: Biological Sciences and Medical Sciences, revela que esta población presenta menos atrofia cerebral que la sociedad estadounidense y europea. La disminución de sus volúmenes cerebrales con la edad es un 70% más lenta que en las poblaciones occidentales. La atrofia cerebral está directamente relacionada con el riesgo de deterioro cognitivo, deterioro funcional y demencia.
Comprendiendo mejor sus forma de vida podremos analizar de que manera las podemos adaptar a nuestra realidad, al final, todos queremos tener cerebros más sanos con el envejecimiento, ¿verdad? Atentos a estos datos de la investigación pues muchos de ellos coinciden con las recomendaciones de otros estudios sobre como prevenir la enfermedad de Alzheimer:
Practican mucha Actividad física: los tsimané están en constante actividad, solo están parados el 10% del tiempo que pasan despiertos. Como media los hombres son físicamente activos durante 6 o 7 horas al día, y las mujeres de 4 a 6. Esa actividad física incluye la caza, la pesca, y la agricultura.
Consumen una Dieta muy baja en grasas: solo un 14% de lo que ingieren es grasa y en ningún caso son grasas trans.
Adoptan una Dieta alta en hidratos de carbono: constituyen un 72% de lo que comen. Los principales alimentos son el arroz, el plátano o banano, el maíz, la yuca o mandioca, la fruta y las nueces. Sólo el 17% de la dieta tsimané proviene de la caza.
Ingieren una Dieta libre de alimentos procesados: sus principales fuentes de proteína y grasa son los animales que cazan o pescan y los vegetales y frutas que cultivan o recolectan.
No fuman: es muy raro entre la población estudiada
Aunque nosotros tengamos acceso a la atención médica moderna, de una manera general, somos más sedentarios y consumimos una dieta alta en grasas saturadas. En contraste, los Tsimane tienen poco o ningún acceso a la atención médica, pero son extremadamente activos físicamente y consumen una dieta alta en fibra que incluye verduras, pescado y carne magra. Resumiendo, una vez más comprobamos como una dieta sana y la actividad física pueden influenciar el envejecimiento de nuestro cerebro, evitando así su deterioro temprano y enfermedades degenerativas tanto para el corazón como para nuestra mente.